Jeremías 18:18 - Desentrañando la Conspiración y la Misericordia Divina
Introducción
En el vasto tapiz de la Biblia, hay momentos que nos revelan la naturaleza humana en toda su complejidad. Uno de estos momentos se encuentra en el libro de Jeremías, específicamente en el capítulo 18, versículos 18 al 20. Aquí, se nos presenta una trama de conspiración contra el profeta Jeremías, pero también se nos muestra la misericordia divina que persiste incluso en medio de la adversidad.
La Conspiración
“En aquellos días, los enemigos del profeta se dijeron entre sí: 'Vengan, tendamos un lazo a Jeremías, porque no le va a faltar doctrina al sacerdote, consejo al sabio, ni inspiración al profeta. Vengan, ataquémoslo de palabra y no hagamos caso de sus oráculos'” (Jeremías 18:18)
Los conspiradores, llenos de ira y desprecio, tramaron un plan para silenciar al profeta. Su objetivo era atacarlo con palabras afiladas, ignorando sus advertencias y desafiando su autoridad. Pero, ¿por qué? ¿Qué había dicho Jeremías que los había enfurecido tanto?
La Palabra del Profeta
Jeremías no era un profeta complaciente. Su voz resonaba con la verdad divina, y eso a menudo incomodaba a aquellos que preferían ignorar las advertencias. Pero Jeremías no solo era un mensajero de juicio; también era un intercesor. En el versículo 20, él recuerda:
“Acuérdate que me puse delante de ti para hablar el bien por ellos, para apartar de ellos tu ira.”
Jeremías había intercedido ante Dios en favor de su pueblo. Había abogado por su misericordia, incluso cuando enfrentaba su rechazo y persecución. Su amor por ellos era genuino, y su corazón estaba alineado con el corazón de Dios.
Mal por Bien
La pregunta final de Jeremías es profunda:
“¿Se da mal por bien, para que hayan cavado hoyo a mi alma?”
Jeremías se enfrenta a la paradoja de la maldad que se le devuelve por su bien. A pesar de su amor y su intercesión, los conspiradores no solo lo atacan con palabras, sino que también buscan su destrucción. Sin embargo, Jeremías sigue confiando en la justicia divina y en la promesa de Dios.
Conclusión
Este pasaje nos recuerda que, incluso en medio de la conspiración y la traición, la misericordia de Dios persiste. Jeremías, como profeta y como intercesor, nos enseña a perseverar en la verdad y a confiar en la justicia divina, incluso cuando enfrentamos la oposición más feroz.
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